La Poinsettia (Euphorbia pulcherrima) es la planta de Navidad por excelencia. Cada año, a cada hogar, una Ponsettia decora una mesa, un aposento o rincón. Pero, como podemos cuidarla porque nos dure de año a año?
La Poinsettia como planta de interior
Cuando compramos esta planta, normalmente la encontramos parcialmente envuelta con plástico para proteger sus hojas. El primero que hay que hacer para cuidarla es sacarla de la bolsa, para mejorar la ventilación y así evitar la caída de hojas.
Lugar: tiene que estar en un lugar muy iluminado y alejada de fuentes de calor artificial, como radiadores y estufas.
Riego: necesita un riego moderado, evitando siempre mojar las hojas y flores, motivo por el cual se recomienda el riego por inmersión, que consiste al colocar la planta en un plato con agua natural durante 15 minutos y dejar que escurra el agua sobrante. Si regamos de forma normal hay que vaciar el plato de recogida del agua sobrando después de cada riego, puesto que un exceso de agua puede pudrir las raíces.
Poda: cuando la planta se haya quedado sin hojas, normalmente hacia finales de enero o febrero, hay que cortar los tallos a 10 cm y sellar la herida con cera de vela. Se recomienda utilizar guantes puesto que la suya sabía es irritante.
Trasplante: en la primavera, podemos trasplantar la poinsettia a una torreta más grande y renovar el sustrato con un sustrato universal de calidad. También es recomendable aportar nutrientes extras con un fertilizante.
Nueva floración: para que la planta esté bien florecida en diciembre y con las hojas características de color rojo, hará falta que la planta pase entre 12 y 14 horas de oscuridad total desde finales de septiembre hasta principios de octubre, puesto que es una planta que florece cuando tiene más horas por la noche que de día.